TANGO SOCIAL
EN LA TERTULIA DE NOCTURNO DE TANGOS
En nuestra primera tertulia del año, contamos con la grata compañía del escritor Fernell Ocampo Múnera, un inquieto gestor cultural e investigador que desarrolla su actividad desde el municipio de Viterbo(Caldas). Dando apertura a una inolvidable velada tanguera, Fernell nos introdujo al tema del tango desde lo social, analizando la gran influencia de autores como Discepolo y de obras como Cambalache.
Vamos a compartir el texto con el que nuestro invitado soporta su charla, esperamos su compañia en nuestra proxima Tertulia Musical Nocturno de Tangos (Marzo 21/07 6:30 pm - Teatro Comfamiliar Pereira)
EL TANGO SOCIAL
Por Fernell Ocampo Múnera
Miembro de la Academia Caldense de Historia
Autor – “HABLEMOS DE GRANDES VALORES DEL TANGO y algo más”
Buenas noches apreciado público tanguero, como ustedes se merecen mi mayor respeto; este documento que les robará cinco minutos de su atención, ha sido elaborado tomando como base las obras: Tiempo de tango de Meri Franco Lao -. 100 años de tango de Leopoldo Barrionuevo -. Cien tangos fundamentales de Oscar del Priore e Irene Amuchástegui -. Así nacieron los tangos de Francisco García Jiménez – Gracias por su bondad al escucharme.
En la imagen, Fernell Ocampo, en compañia de su amigo, el maestro Alberto Morales(Cantor Argentino) junto a Adela de Morales, esposa del cantor, foto tomada durante elñ recital de Morales en el municio de Anserma Caldas (2006)
El tejido social de Latinoamérica ha centrado su ejercicio fundamentalmente en la clase del proletariado urbano y rural y en la clase media donde se mueve la pequeña, mediana industria y el sector burocrático. En las décadas de los años veintes y treintas, en Argentina y Uruguay, la clase obrera y los desamparados cifran sus esperanzas en personajes como Hipólito Irigoyen y José Batlle quienes imprimen notable desarrollo a las reformas políticas, sociales y culturales de sus países. Pero la oleada de reacción internacional que se desató con la crisis de Wall Street hace que se derrumbe la seguridad económica en Latinoamérica y se termine el período de las vacas gordas, especialmente en Argentina, considerada para la época “la despensa del mundo” y es cuando los ricos, los especuladores, los prevaricadores, los mafiosos, los estafadores, guían la cultura de los países y se hacen notar los rastacue, época en la que el general Uriburu devolvió el poder a la oligarquía. Es el oscuro período conocido en la Argentina como “la década infame”, cuando la tuberculosis ser vía para signar todo el fracaso social de la comunidad. Es cuando el tango como ninguna otra forma expresiva, registra la amarga vivencia y aparecen letras como “Cotorrita de la suerte”, “obrerita”,”Fosforerita”.
Surgen entonces letras en las que se expresan sentimientos como: Así aprendí que hay que fingir para vivir decentemente, que amor y fe mentira son y del dolor se ríe la gente (lo dice Madreselvas de Luis César Amadori y Fco Canaro tango escrito en 1930 y estrenado por Tania en el teatro Maipo).
“Aprendí todo o bueno, aprendí todo lo malo, se del beso que se compra, se del beso que se da. Del amigo que es amigo siempre y cuando le convenga y se que con mucha plata uno vale mucho más” (lo canta “Las cuarenta” letra de Floirán Gorrindo y música de Roberto Grela que fuera estrenado por el cantor Fernando Díaz con el acompañamiento de la guitarra de Grela por allá por el año 37).
Entre versos el letrista Francisco García Jiménez con música de Anselmo Aieta, nos dice: Al saber lo llaman suerte, yo aprendí viendo trampearme. “En el naipe del vivir, para ganar, primero perdí”. Y luego manifiesta que: “confié en la ceguera del azar y luego vi que todo era mentir y el capital en manos del más vil”. “Suerte loca” letra como ejemplo del cotidiano vivir del hombre del pueblo.
Y hemos escuchado en las voces de Rufino, Rivero, Goyeneche, Valdés y La Rinaldi, entre otros, aquello de “la vida es una herida absurda y es todo, todo tan fugaz que es una curda. Versos de “La última curda” con letra de Cátulo Castillo y música de Aníbal Troilo y que fuera estrenado por Rivero en 1956.
Y no paran los poetas del tango “Como abrazao a un rencor” del poeta Antonio Miguel Podestá” nos dice: “Nada le debo a la vida, nada le debo al amor, la vida me dio amarguras y el amor una traición. Y “Sueño de barrilete” nos canta “Hoy me aterra este cansancio sin final; se hizo trizas mi sonrisa mi ideal”. “Porque soy reo” nos dice en unos de sus versos: insensible como un viejo, para mí la vida es juego de ganar o de perder.
Pero el máximo exponente de la década infame es Discepolín, “el juglar de la calle porteña”, el siempre bien ponderado y reconocido Enrique Santos Discépolo, el hombre que coaduna en su poesía la desconfianza, la deseperanza, el descontento, el fracaso, el resentimiento, la amargura de toda una época en la historia de una comunidad. El poeta de las cosas turbias de la vida. Porque su poesía no solo es el canto a su problemática sino que registra la cotidianidad de todo un pueblo. “Qué vachaché”, “Yira yira”, “Tormenta”, “Desencanto”, “Cambalache”, “Tres esperanzas”, “Fangal”, “Cafetín de Buenos Aires”, algunas de ellas prohibidas durante el gobierno del General Pedro Pablo Ramírez y levantado su veto en el gobierno de Perón. Sus versos entre tangos dice: “Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldá insolente, ya no hay quien lo niegue. Vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo, todos manoseos” (“cambalache”), escrito en 1934 para la película “El alma del bandoneón”. Lo canta Famá con el acompañamiento de la orquesta de Fco Lomuto. O, “Yo siento que mi fe se tambalea, que la gente mala vive ¡Dios! Mejor que yo. Si la vida es el infierno y el honrao vive entre lágrimas, ¿Cuál es el bien”? (Tormenta”). En sus versos nos canta también que: “Lo que hace falta es empacar mucha moneda, vender el alma, rifar el corazón” (“Qué vachaché). Palabras todas que pareciera que se escribieron anoche en medio de una etílica tertulia de cualquiera de los sindicatos del pueblo en cualquier país del mundo.
Hablemos por último de los poetas contemporáneos, entre ellos Horacio Ferrer, el autor, historiador, periodista y declamador uruguayo. Uno de los personajes que más proyección tiene en los cenáculos tangueros de Buenos Aires y Montevideo. En sus letras trata de forma patética la realidad de la sociedad actual en los países latinoamericanos donde como cambio semántico han aparecido palabras tales como indigente, desechable, narcomula, términos todos aplicables a la comunidad de bajos recursos y pocas posibilidades económicas que tienen que exponer su libertad o su vida, buscando poder salir del fango ignominioso de la pobreza. En cualquiera de nuestras ciudades, Bogotá, Pereira Cali, Medellín como en Buenos Aires y Montevideo, existen colos que tratan de huir de la realidad a través de los alucinógenos; o niños que tiene que trabajar en los semáforos o vendiendo flores tal como nos lo canta en “Chiquilín de Bachín” donde nos narra una escena tristemente bella que sucede noche a noche en “Bachín”, un boliche, un restaurante en el que un niño vende rosas por las mesas, para poder ayudar al sustento de la familia y así luchar contra el hambre que acosa a los suyos, mientras que la mamá espera con la ilusión que embarga a todos los pobres en su desesperanza.
Gracias por escucharme.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario